Programa Bíblico para Niños – Nivel 3: Lección 8 ” Los dos árboles “
Pasaje Destacado: Génesis 2:8–9, 16–17, 21–23, 3:1–6; 1 Juan 2:16.
Dios creó al primer hombre y a la primera mujer: Adán y Eva. Los colocó en un hermoso jardín lleno de hermosas plantas y árboles. Dios también plantó en medio del jardín dos árboles que tenían un significado especial, y le dio a Adán instrucciones específicas sobre ellos. El primero, era el árbol de la vida y el segundo, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios le dijo a Adán que podía comer del árbol de la vida, pero que no debía comer del árbol del conocimiento del bien y del mal porque el día que comiera de él, moriría. Las instrucciones sobre los árboles y las consecuencias de la desobediencia fueron claramente establecidas. Dios le dio a la humanidad libre albedrío para elegir, pero Él quiere que elijamos hacer lo que Él dice. Los dos árboles fueron utilizados para probar la obediencia de la humanidad a Dios.
Discusión:
- Recuerde a sus hijos que estos eran árboles reales en un jardín real, aunque simbolizaban elegir el camino que conduce a la vida o el camino que conduce a la muerte.
- Discuta las implicaciones del camino del “conocimiento del bien y del mal” ¿Cómo vemos que se manejan “el bien y el mal” en nuestra sociedad?
- Examine la excusa de Eva para desobedecer a Dios. Tenga en cuenta cómo la lujuria de los ojos y el orgullo de la vida jugaron un papel en su decisión.
- Dios a menudo prueba a su pueblo con situaciones difíciles. Pregunte a sus hijos por qué piensan que Dios hace esto. Asegúrese de enseñarles que la toma de decisiones construye el carácter.
- Mediten sobre los dos árboles: Que siempre hay dos opciones, el camino de Dios y el camino errado. Note que ambos árboles se veían bien, pero solo uno era bueno.
Memorizar y revisar:
Deuteronomio 30:19–20 “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Eterno tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días… “.